Mor l'actor Alfredo Landa que va viure de petit a Figueres i va ser pregoner de les Fires del 1989

2013-05-09 18:00

Ha mort als 80 anys d'edat el popular actor Alfredo Landa que, quan era petit, a la dècada dels 40, va viure quatre anys i mig a Figueres, a la plaça Triangular, com relata en la biografia "Alfredo el Grande, vida de un cómico" escrita per Marcos Ordóñez i publicada l'any 2008 i de la que val la pena reproduir-ne aquest fragment on fa referència a la seva experiència a la ciutat on va aprendre català quan estudiava als Fossos.

Vivíamos en una casa maravillosa en la plaza Triangular. Mi padre nunca quiso vivir en las casas cuartel. Decía, y con razón, que eran como cárceles, que allí te controlaba todo el mundo, y mi madre estaba completamente de acuerdo. 

Me compraron una bicicleta para ir al colegio, y el colegio se convirtió en mi segunda casa. El colegio de los Fosos. Hermanos de las Escuelas Cristianas, los de La Salle, los del baberito. Era una alegría enorme ir allí cada mañana porque iba a encontrarme con mis amigos, mis primeros amigos. Aprendí catalán en un vuelo. Para mí fue la cosa más normal del mundo: yo quería hablar con ellos, y ellos no hablaban otra cosa. Todavía me sé El Virolai entero, el himno de la Virgen de Montserrat. Rosa d’abril, morena de la serra, de Montserrat estel, il·lumineu la catalana terra*... Y con buen acento, ¿a que sí? Y un trabalenguas que decía: Tinc cinc fills tísics i prims, i amics íntims, vint-i-cinc**. Fueron las primeras cosas que aprendí. La memoria es una de las cosas más raras del mundo. Mira si tiene narices que me siga acordando yo, por ejemplo, de la alineación del Figueres de entonces: Pasqual, Jordà, Fabregó; Millà, Padilla, Madern; Valls, Morral, Sala, Sol y Grau. Los once, uno tras otro. ¿Qué te parece? 

Me acuerdo de todo eso y, por supuesto, de mis primeras frases en un escenario. En Figueres hice mi debut como actor, a los 9 o 10 años. Bueno, esto es una coña, pero también tiene su importancia. Todo deja su poso, todo cuenta. En el colegio de los Fosos daban siempre la clásica función de fin de curso. Aquellas comedias de la Galería Salesiana, arregladas para que todos fueran personajes masculinos. Si salía una tal doña Julia, allí se convertía en don Julio. Yo hacía el papel de un niño llamado Pepito. Por unanimidad me eligieron para ser el tal Pepito. 

La obra en cuestión se llamaba Mi tío de Buenos Aires. No tengo ni pajolera idea de qué iba aquello, pero recuerdo perfectamente mis cuatro frases: «No quiero, no quiero», «Tú no eres mi papá», «¿A qué papá, a éste o al mío?», y la última, que era: «¡Ah! A aquél, sí». Fueron cuatro trallazos de risa. Que me verían gracioso, digo yo, porque me dieron una ovación del carajo la vela. Pero la vocación no se me despertó ahí. Eso fue unos años más tarde.

En aquesta biografia l'actor també recorda que va ser pregoner de les Fires i Festes de la Santa Creu de l'any 1989 quan Marià Lorca era alcalde de la ciutat.

En 1989 fui al programa de Ángel Casas, en la televisión catalana, y desde allí les mandé un saludo. Al día siguiente me telefoneó Marià Lorca, el alcalde de Figueres, para pedirme que diera el pregón de las fiestas de la Santa Creu. Lo escribí yo mismo y dije un tercio en catalán, que no fue fácil. La gran sorpresa fue encontrarme con mis compañeros de clase. Allí estaban todos, los cuarenta. Me dieron un banquete extraordinario en Port de la Selva y me regalaron un libro con sus firmas. Cuando un navarro hace amigos, le duran para siempre.